sábado, 20 de diciembre de 2008

El Hechizo jamás Pronunciado (Cuento)

Aquel que era conocido mundialmente como Ravnar, el salamandra hijo del Gran Elemental de Fuego, avanzaba para romper el maleficio que pesaba contra él y que tantos dolores le había traído. Muchos habían esperado el regreso de la hechicera Lena, profetizado por el Gran Oráculo.

Tenía que adelantárseles. Era su deber luchar, luchar, luchar por un desafío que superaba sus fuerzas. Ravnar había obtenido fama y poder en grandes aventuras épicas hasta ser temido por los terribles efreet y reverenciado por los jóvenes salamandras que se iniciaban en el arte de la guerra.

Al fin había llegado a un nuevo mundo, terrible y sobrecogedor entre su apariencia insípida, que nada tenia que envidiar a los lagos de lava, ríos de fuego, túneles y mazmorras donde se hizo un gran héroe.

Cuando Ravnar llegó finalmente al hogar de la hechicera, al que consideraba su castillo, esperó con emoción hasta que se abrieron las puertas. Una de las sirvientas lo saludo con la deferencia debida y lo hizo pasar al Gran Salón donde esperó largamente, mientras repetía el poderoso hechizo para la hechicera Lena que había practicado hasta el cansancio.

Finalmente la hechicera se presentó y la cara de Ravnar se lleno de decisión. “Ahora o nunca”, se dió valor.

Entonces la hechicera supo que venía a discutir de un poder capaz de hacer temblar los cimentos del mundo. Entonces el hijo del gran elemental de fuego, hizo un esfuerzo supremo y susurró el hechizo más difícil que jamás había pronunciado, y con voz temblorosa dijo palabras que se considerarían sagradas desde entonces:

- Elena ¿Quieres ser mi enamorada?

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